¿Por qué alguien escribe una canción, le pone el título de “Nosferatu” y se la dedica a Klaus Kinski y no a Max Schreck? Esa es la primera pregunta que a uno le surge cuando lee la lista de temas del disco Único (un disco con pasto por todas partes, pero no sintético, y que no se caracteriza justamente por su techo). Las posibilidades de tal reacción crecen si uno se llama yo y remonta la acción a una tarde de un domingo 19 de julio de un 2009. Entonces, lo recomendable sería escuchar de qué se trata para satisfacer la curiosidad. De algo sirve, aunque la pregunta queda por ahí, en algún bolsillo del pantalón. La respuesta, en realidad, es evidente, pero uno necesita soluciones explícitas.
Proceder para casos similares: tener paciencia, esperar hasta un recital (de NuestrocrimeN, en este caso) y preguntarle al autor. Se recomienda no tener dudas sobre letras de, por ejemplo, Homero Manzi.
Otra cosa importante: vestir el mismo pantalón del día en que se guardó la pregunta en el bolsillo (si puede no sacárselo, para evitar meterlo al lavarropas en un descuido, mejor) y anotar la consulta con letra grande y clara, preferentemente imprenta mayúscula o en computadora.
Suponga que finalmente sucede todo esto y que el Gerardo Attardi de turno le contesta: vi la película y sentí la necesidad de hacer la canción, era la primera vez que lo veía a Kinski, pero me generó tantas cosas verlo, me transmitió tanto…(o algo parecido). A usted no le quedará otra alternativa que la de retrucar: cuando te veía cantar arriba del escenario pensaba que tenías mucho de Kinski. El cantante sonreirá y agradecerá el ¿cumplido? Pero usted, cuando pase el efecto del alcohol, con la certeza de haber quedado como un imbécil,se quedará pensando: ¿qué mierda quise decir con eso? Tal vez quiso decir que cuando lo escuchó sintió la necesidad de hacer una película.
Es muy probable, suele generar cosas parecidas, por lo que, si rodar una película está fuera de su alcance, intente con un post:
La batería marca el ritmo de una bomba de tiempo la mayor parte del tema (Toto tocando el bajo en vivo, siempre a punto de saltar, pero sin despegarse jamás del piso, también): tic-tac-tic-tac… pero no explota. Melancolía poderosa es una de las autodefiniciones de la banda, ante la incertidumbre multigenérica. No creo que sea melancolía la palabra, anda más por los pagos solidarios de la nostalgia: la diferencia fundamental de sentir las cosas con una sonrisa en la cara. Solidaridad en el sentido de compadecerse, de tutearse de solo a solo. Desde el nombre de la banda empieza la complicidad, hasta casi todas las letras que le hablan a una segunda persona. Y si el corazón del paliducho chupasangres suena solo como un violín, no es el único: querrás enderezar mi soledad, dice el primer tema. De eso se trata: para que ya no estemos solos, el apellido de la banda.
No estoy hablando de música, no entiendo nada de música: no soy guitarrista, ni siquiera toco la guitarra. Tal vez esté hablando sobre música, y en casos como éste es que agradezco no hablar en latín. Insistiendo sobre el lado menos técnico del arte, el rasgo genérico, el sustento: lo emotivo. Exactamente aquello que hace casi incomparable al loco Klaus: ¿por qué no Shreck? Por esto, nene.
Si la batería explotara tal vez volaran en mil partes las palabras, las canciones; no es la intención, justamente la respuesta a la soledad existencial (una de las dos cosas que, según Laura Citarella, el tiempo no puede curar) NuestrocrimeN la plantea ahí: quiero darte un regalo, que cambie entera tu suerte, y se me ocurre prestarte un poco de canción para siempre. Cambiá mi suerte, cambiá mi muerte, sigue la canción. Por áhi, cantaba Garay: si no se puede cambiar el final (el otro ítem inmune al tiempo de Laura), banquémonos en el camino, acompañémonos, divirtámonos (porque no todo es tan serio, maquillate, dale, te paso a buscar, caguémonos de risa un rato), pasémosla lindo. Siempre así, en primera plural.
Se agradece el préstamo, de verdad, pero sepa que tal vez no lo devuelva nunca.
Ay ay ay... y el mundo como pies... y el vino blanco.
ResponderEliminarTuve un deja vu conversacional, García.
¿García? ¿Quién es García? Mi nombre es Cthulhu Fulanito. Y lo del deja vù, imposible, esto nunca ocurrió, no son más que suposiciones, Castro...
ResponderEliminarMis palabras sobran, y este nudo en mi garganta y la piel erizada no se eligen. Es o no es. Y en este caso es gracias a tus palabras (que no sobran como las mías que sí).
ResponderEliminarQue bellas supociciones. Gracias Cthulhu!
Flecha.
Gracias a vos, Flecha (y al resto de la banda). Las palabras pensadas, sentidas, no sobran nunca. De hecho, muchas veces hacen falta, por eso se agradece nuevamente.
ResponderEliminarEsperamos el segundo disco y más recitales cerca del mar: volver al mar, el leimotiv de los pibes de R'lyeh...
"Es tiempo de volver al mar..." Que íbamos a saber nosotros que ese cachito de letra iba a coincidir con las necesidades de la gente de la sumergida ciudad....
ResponderEliminarPronto estaré por MDQ tratando de cerrar una fecha en Liverpool bar o en Abbey Road. Abrazos!
Flecha
Fenómeno! Si les quedaron, tráiganse una remera verde para vender, que hace hace juego con los colores del blog, y una negra para la comentarista anónima de arriba, que Cthulhu se la regalará por ser la primera...
ResponderEliminarChas gracias, abrazos marinos...