Hace unos años, en medio de una entrevista por el incipiente Sistema Nervioso Central, Moretti comentaba su afición por los grandes eventos deportivos y enumeraba: el Dakar, Wimbledon, los Juegos Olímpicos, el mundial de handball…
El mundial de handball!!! Así, minúsculo entre mayúsculas, rescatado en el flaneurismo de un músico marginal en ascenso. Eso era la gloria: leer tan afortunada errata y comentarla con aquellos que conocían Estelares, o con los otros que sabían lo que era el balonmano. Y uno que practicaba el deporte y consumía frenéticamente, también, pelotitas de ping pong.
Recordar algún entrenamiento con los auriculares que explicaban que el juego, como la mayoría de las cosas, se trataba de poner corazón sobre todo, sería cursi y snob.
Hace dos días, Víctor Hugo hablaba por Continental con Matías Schulz; en otras radios sonaban, seguramente, Bertamoni, Silvera, Sánchez y compañía. Orden y progreso. Iuri Tinianov: del margen de tíos tangueros al centro, del subsuelo al margen. Lo importante no era la pregunta “¿en qué club jugás acá, Matías?”, tampoco que el surgido en Polvorines anoticiara al periodista sobre su desempeño en el Badajoz español, de su periplo europeo desde hace un tiempo considerable. Menos importó, claro, el patriotismo extranjero símil Apu en vistas de la enmienda: qué grandioso, hasta jugadores de handball exportamos. No importaba nada.
“A vos no te importa nada” cante probablemente Gerardo Attardi en el próximo disco de Nuestro Crimen (y habrá que escucharlo, por mitad de año tal vez, cuando Único, el primer disco, que también hay que escucharlo, deje de estar solo), y cuando lo haga tendrá razón en particularizar. Ese es el punto, ¿a quién le importa un partido de handball en Gotemburgo?
Preguntas que surgen a menudo, como le sucedió a M en un práctico de Literatura Española contemporánea, donde, a falta de algo mejor que hacer y harta ya de JRJ, le planteó a P: ¿che, P, por qué te parece que el handball nunca estuvo de moda? Todos los deportes tuvieron sus treinta segundos de fama. Es obvio, M, nunca terminó un mundial arriba del puesto 15, nunca jugó un Juego Olímpico. No le da el piné…
Pues bien, ayer Argentina le ganó a Chile y por fin logró ubicarse entre los mejores 12 del mundo. Señor kiosquero, ¿me alcanza con esto para llevarme 250 gramos de euforia masiva? No nene, y no vienen envases más chicos, así que no jodas.
Si fuera tan fácil… Las Leonas necesitaron una medalla olímpica y cambiar las piernas de Oneto por las de Gise Kañevsky; Meolans debió negociar y ponerse una zunga para sumar puntos; Los Pumas, aparte de ganarle un tercer puesto a Francia en su tierra, inventaron una forma de sentir el himno, la argentinidad hidalga; el vóley necesitó de Hugo Conte, de Weber, de Milinkovic, de Tinelli, de Pergolini; Paulita Pareto se rompió el alma y se estiró toda la ropa para que alguien se acordara del judo; Pablo Chacón lo mismo, Camau Espínola, Gaudio y su rodete (y su Roland Garrós también, y los tres argentinos entre cuatro semifinalistas)… Ginóbili tuvo que ser campeón en Italia, ganar la Euroliga, salir subcampeón mundial, llegar a la NBA, salir campeón, hacer la palomita de la paz contra Serbia para difundir el básquet… ¿Sigo? Con un decimosegundo puesto, con suerte arreglás con Jaskilioff y te pasa una foto en Goles de Medianoche. Si eso es popularidad...
Me chupa un huevo, a Víctor Hugo le pareció que estaba bien y gastó cinco minutos de aire para remarcarlo, y Víctor Hugo es grosso.
Entonces me animo y digo, como quien habla de actualidad y a modo de resumen:
Dejamos unos minutos la casa de Gran Hermano para decir que la selección jugó, hasta el momento, cinco partidos, de menor a mayor. Empató primero con Corea un partido chivo, perdió por uno contra Polonia (es que los equipos europeos marcan una superioridad importante en este deporte, y, digo yo, los países de Europa del Este tienen más aguante. Sin ir más lejos, la semana pasada tuve la alegría de observar cómo, entre tácticas y estrategias de guerra, Polonia reivindicaba su historia invadiendo Alemania, aún cuando eran triplicados en número. Eso es tener aguante. ¿Si cabe ubicar a Polonia dentro de la Europa del Este? Perspectiva, como explica el rabino joven de los hermanos Coen. Al menos, del modo tradicional en que suelen mirarse los mapamundis, está más al Este que Portugal o que los europeos que viven en Malvinas. Sí, ya sé, eso es América, igual que Groenlandia. En fin, yo creo que sí, cabe. Y que por eso tienen aguante, y porque tienen aguante le ganaron a Argentina), le ganó a Eslovaquia en lo que significó la segunda victoria sobre un equipo europeo por mundiales y al día siguiente venció al local Suecia, una potencia de siempre, en el partido más importante de la historia del handball argentino. Ayer derrotó a Chile 35-25 y pasó a la segunda ronda, como nunca antes. Es decir, handball albiceleste, habla ahora o calla para siempre.
Como sospechamos, según estadísticas oficiales, nadie murió por aguantar un párrafo con la pelota en la mano. Todavía queda tiempo y espacio de sobra para los pies de Messi y de Tévez, no se preocupen, oh, temerosos programadores mediáticos, este fin de semana es probable que la selección pierda los tres partidos de la segunda fase. Entonces, todos entenderán que el señor Morales, más conocido como el padre de la piernilarga Paula, dio un paso en falso: tendría que haber pasado la nota con Benja Agüero.
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