miércoles, 13 de abril de 2011

Biografías II

JONY

I
Él no tiene idea que es el Jony. Qué es el Jony…

II
…y camina descalzo, despacio, sin apuro. Ya ni eso. Jony patea piedras y levanta polvo, hace un ruido molesto en vez de escuchar la tranquilidad del agua que llueve, de los villancicos de todas las ventanas, de los grillos.

III
Tampoco tiene un tren eléctrico Jony. No tiene ton, no tiene son, tampoco voz, no tiene rol, no tiene blog, no wock, ni tos, pop, dios… ¿qué tal tú? u? U?

IV
Jony no practica conocimiento alguno: ni de Kezia ni de su bella Emilia; ni de Oleg Salenko, ni de a un gol siquiera, ni de aguas ni cataratas, ni de Whitman.

V
Sin quererlo. Alguien anuncia su presencia. Pura coincidencia. Así, solamente, se sabe de Jony en el festejo, y se lo saca, por supuesto.

Ella

Le abrieron la puerta y ella empezó a taconear finito, finito en un espacio grande.
 No importa cuándo, una vida para recorrerlo.

Pasillo verde:
Divina, a pesar de la panza enorme, de los ocho meses y medio, compra:
-         Sandalias para los pies hinchados, y para después
-         Remeras exclusivas de Florida, como las que compró en París, como las que piensa comprar en Hong Kong: todas con inscripciones de un amor sajón
-          Otras remeras, para regalo
-         Y luego el abrigo, los guantes, las botas,
 los tapados de piel, siempre,
los lentes
de sol.

Pasillo amarillo:
-         Cremas para el sol y para el frío
-         Loción para después de afeitarse las cejas
-         Sombras  rubias y mantecas de cacao
sin grasas
-         Máscaras, más caras
Que rascan y sacan
Caras
sacras .


Pasillo rojo:

Tal vez más ligero, con la cabeza baja:
 no piensa comprar libros.
Contracción,
 entre el meñique derecho y un pómulo
se retuerce y
escupe el hijo
( en ese viaje vertical y viscoso,
 Inmundo,
alcanza a ver algo distinto,
Vértigo,
Suficiente para arrepentirse de salir)   líquido.
De nariz al piso,
El primer hueso roto,
De cuello quebrado y tanta sangre de adentro
Como de afuera.
Los ojos siempre cerrados y medio llanto, seco.
De sobrepique,
 de volea,
mamá se llena el empeine
Con ese proyectito de pecho.
Y respira
 (el recién casi nacido no).
Antes de sacarse los zapatos sucios, tira algunas
De las remeras baratas en el piso
Y da indicaciones para que limpien.
Ahora renquea, entre los pasillos,
Y se hace tarde.

Pasillo rosa:
Lo rengo se matiza en lo liviano.
Se disimula del todo en la foto:
De nuevo flaca,
Sonríe,
Y perdura.
Después consigue, también, una cámara filmadora.
Todo listo para volver,
 hecha una reina:
Seis kilos menos,
ropa,
 presentes

Y una anécdota.

Pasillo azul: 
Toma una coca fría
 y espera que alguien le saque su boleto de avión.





Gregorio

La primera ola ya se había secado para entonces. Y eso que Gregorio se levantaba a las tres de la mañana.
Cambiaba de barco más a menudo que de polera,  gris.


Cacho

Un agosto lo anotaron con muchos nombres. Un febrero lo bautizaron con otros tantos.
Pero en verdad se llama Cacho. 
Para aquel septiembre podía leer dos páginas de corrido. Se quedaba sin aire, claro, pero contento. 
Algún enero más incierto olvidó cómo caerse de la bicicleta. Cada tanto se acuerda, pero sin querer.
 Dieciséis marzos le trajeron varios sustantivos: un almacén, un hotel, un bolso con diarios de sílabas estiradas, monedas.

Antes, un octubre lo había encontrado como el último de todos: con pantalones largos. Sin Goyeneche y poco mate, ni Dostoievski ni Fogwill, dulce de leche a cucharadas y tres duchas por semana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario